Por la caída de precios, productores de Jujuy tiraron verduras y frutas en la ruta
La sobreoferta de verduras lleva a los productores de Aguas Calientes a arrojar productos a la vera de los caminos, mientras la pobreza e indigencia aumentan en el país.
La sobreoferta de verduras en Aguas Calientes ha provocado una drástica caída en los precios, obligando a los productores a tomar la desesperada decisión de arrojar sus productos a la vera de los caminos. En un contexto donde las cifras de pobreza e indigencia continúan en ascenso, esta situación ha generado asombro y preocupación.
Durante un recorrido por el interior de la provincia, el equipo de Canal 7 de Jujuy pudo constatar la difícil realidad que enfrentan los productores de Aguas Calientes. En un camino vecinal, se observaron grandes cantidades de zapallitos, tomates y zucchinis desechados. Según los productores, esta decisión se debe a la inviabilidad económica de cosechar y comercializar sus productos debido a los bajos precios actuales.
Hace apenas un mes, un cajón de zapallitos en la capital jujeña costaba entre $33,000 y $35,000, pero actualmente su precio ha caído a entre $1,500 y $2,000. Esta caída se debe a la abundante oferta de verduras de estación, que ha llevado a que el costo de producción y cosecha supere con creces los ingresos que los productores pueden obtener.
Los testimonios de los productores indican que la venta de un cajón de zapallitos a $1,500 no alcanza para cubrir los costos de un solo jornal de trabajo, y un trabajador no puede cosechar 10 cajones en un día. Esto hace que todo el proceso de producción, desde la cosecha hasta el transporte, resulte en una pérdida económica significativa.
Aunque la decisión de desechar las verduras no se puede juzgar fácilmente, ha generado un fuerte impacto en la comunidad, sobre todo considerando la dura realidad económica que atraviesa el país. Los productores se encuentran en una situación desesperante, donde el esfuerzo y la inversión en la producción no se ven recompensados, y las pérdidas económicas son inevitables.
A los que tiran la comida así, en vez de donarla y/o regalarla, habría que meterlos presos.
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