¿Qué le pasó a la chiquita? Le arruinaron la vida a ella y a su mamá
El caso de Lucila Yacoins conmueve al país, "no fue nadie". Sin embargo este fin de año no estará sentada en la mesa de las Fiestas
Estaba ansiosa por su fiesta de cumpleaños, le hicieron lo peor y todo terminó en velorio. La mamá todavía exige Justicia, ella, demás familiares y amiguitos de Lucila están destruidos.
La adolescente fue asesinada por resistirse a una violación, fue cerca de la estación de Núñez, en Buenos Aires. Su homicida usó una excusa insólita que lo hizo "zafar" y al día de hoy no hay culpables ni responsables más allá de que se hicieron 80 pruebas de ADN.
A más de 20 años del femicidio de Lucila Yaconis, el caso que impulsó el Banco Genético de Violadores.
Isabel Yaconis, la madre de Lucila, la adolescente asesinada al resistirse a una violación cerca de la estación de trenes del barrio porteño de Núñez, destacó que la causa judicial "sigue activa" y que el principal sospechoso del hecho es un expresidiario que en el 2003 estuvo involucrado en un abuso sexual cometido cerca de donde mataron a su hija. La Justicia "hizo todo mal".
Ante lo gritos de Lucila cuando estaba siendo atacada, alguien quiso socorrerla, pero su femicida dijo que "era su novia, que estaba todo bien", esto bastó para que a la joven nadie la ayudara y el desenlace fuera el peor.
"La causa sigue teniendo movimientos, habíamos pedido una contraprueba de ADN con un violador que cumple condena y tuvimos resultado negativo, y la fiscalía hoy busca un expresidiario que el año del hecho protagonizó un delito de abuso, muy cerca del sitio por donde pasaba Lucila ese 21 de abril", explicó a Télam la propia Isabel.
Y añadió: "Al día de hoy no se lo puede localizar, aunque cuesta creerlo, la causa sigue estando activa".
La madre de Lucila destacó la labor de los peritos de Gendarmería Nacional y del Banco Nacional de Huellas Genéticas, el cual registra los ADN de los violadores ya condenados para luego cotejarlos con los perfiles genéticos de casos no esclarecidos.
En ese sentido, Isabel detalló que "todavía hay mucha población en los servicios penitenciarios de condenados por delitos sexuales que todavía no ingresaron al banco".
Previamente, la mujer agradeció esta mañana a través de la red social Facebook el apoyo a todos los amigos que la vida le "regaló" y remarcó que su hija estará "siempre presente" en sus "corazones".
Mientras que la Asociación Madres del Dolor, de la que Isabel es cofundadora, publicó también en su muro de Facebook y fotografía de Lucila acompañada del siguiente texto:
"Ay amor mío, quería que supieras que muchos aromas nos despiertan infinidad de recuerdos, nos hacen pensar en ti permanentemente. Llevamos dieciocho años mirándote, amándote en las fotos y en nuestra memoria. Pequeña, es muy triste que no te hayan permitido envejecer... te robaron la gran posibilidad de vivir. Te queremos con el alma".
Lucila tenía 16 años cuando el 21 de abril de 2003 se dirigía a la casa de su abuela y en el camino fue golpeada y asfixiada por un hombre al resistirse a una violación a metros del paso a nivel de la estación de trenes del barrio porteño de Núñez, donde actualmente hay una plazoleta que al recuerda.
La causa, en la que nunca hubo un solo acusado, sigue a cargo de la Fiscalía de Distrito Núñez-Saavedra y del Juzgado de Instrucción 15 porteño de Karina Zucconi, quien ordenó las últimas diligencias llevadas a cabo.
Tras el crimen, Isabel fue cofundadora de Madres del Dolor y desde la asociación fue una de las principales impulsoras del banco genético de violadores, creado mediante la Ley 26.870, sancionada en julio de 2013 y promulgada mediante su publicación en el Boletín Oficial 10 días después.
En el asesinato de Lucila, el violador dejó su ADN en la escena del crimen y éste fue precisamente el primer registro en ser incorporado formalmente al mencionado banco.
Además de servir para promover la creación del registro de violadores, el caso de Lucila derivó en mejoras en materia de seguridad en la zona de la estación de trenes de Núñez, detalla Página12.
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