Así avanza la investigación del crimen de Morena: buscan su celular
Los investigadores que intentan esclarecer el crimen están tras la pista que los hermanos Madariaga habrían intentado vender el aparato en cuevas de Pompeya u Once.
Los hermanos Darío y Miguel Madariaga, detenidos por el asesinato motochorro de Morena Domínguez, fueron citados hoy jueves a las 8:30 en la UFI N°7 para ser indagados por el hecho. Por lo pronto, los representa un defensor oficial. Las pruebas en su contra que los vincularían a la muerte se mantienen en reserva de cara al interrogatorio.
Mientras tanto, la fiscal Silvia Bussano, titular del expediente, tiene otras tareas en curso. Se espera un análisis a la moto marca Corven incautada ayer en la casa de M.A, el menor de 14 años que fue aprehendido, con su participación luego descartada. Se deberá determinar de manera forense si esa moto fue la usada en el hecho que le costó la vida a Morena.
También, se busca el celular que le robaron, con tareas a cargo de la DDI de Lanús de la Policía Bonaerense. Uno de los hermanos Madariaga fue detenido en Pompeya, el otro en la zona cercana al crimen. Pero el teléfono de Morena no fue encontrado, no lo tenían con ellos al momento de ser arrestados.
El padre de Morena, Hugo, indicó que el teléfono "solo se activa por wifi", afirma una fuente judicial, lo que da a entender que no tendría un plan de datos, o un chip de compañía telefónica y que por ende no podría ser rastreado por activaciones en impactos de antenas de celdas. En sus redes sociales, la menor se mostraba con al menos dos aparatos distintos en selfies. Por lo pronto, Miguel Madariaga se negó a declarar, según confirmaron fuentes judiciales a Infobae.
Una de las hipótesis del caso indica que, precisamente, los Madariaga intentaron venderlo en el circuito de cuevas de Pompeya u Once. En los últimos años, proliferó un circuito donde un teléfono robado puede pagarse menos del diez por ciento de su valor nominal para ser desguazado en locales legales, virtuales desarmaderos de celulares.
Luego, se vende por partes: las pantallas y las baterías de los smartphones son un bien preciado, opciones más baratas para bolsillos cansados que, con frecuencia, están manchados con sangre.
Así, la pantalla o la batería del teléfono de Morena podría terminar en el aparato de una persona que acude a un local de reparaciones por un simple service.
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