Conmoción

Fingió el secuestro de sus hijos y los mató en secreto: Escalofriante

En medio de un ataque de locura y desesperación, Susan Smith encerró a sus dos hijos en su auto, empujó el vehículo al agua y dejó que se mueran ahogados.

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La ciudad de Unión, en Carolina del sur, quedó paralizada cuando Susan Smith denunció que sus dos hijos, de 3 y 14 meses, habían desaparecido durante un robo. Sin embargo, una estremecedora confesión cambiaría drásticamente el giro de la investigación.

En octubre 1994, la joven estadounidense de 23 años aseguró que fue asaltada por un hombre afroamericano que se llevó a sus nenes en el vehículo. Frente a esto, comenzó una desesperada búsqueda por nueve días, pero finalmente la verdad salió a la luz y Smith fue condenada por asesinato.

La dura infancia de Susan Smith marcada por abusos y depresión

Susan Leigh Vaughan Smith nació el 26 de septiembre de 1971 en la ciudad de Union, en Carolina del Sur, Estados Unidos. Su infancia estuvo marcada por una de las peores tragedias: su papá se suicidó cuando tenía apenas 13 años.

Su vida empeoró drásticamente cuando su mamá se casó con otro hombre llamado Beverly Russell, quien abusó de su hijastra durante varios años. Inevitablemente, estos episodios traumáticos moldearon la personalidad de Susan y hasta la llevaron a intentar suicidarse.

En 1989, conoció a David Smith y ambos se enamoraron profundamente. Desde el principio de la relación tuvieron fuertes discusiones por problemas de infidelidad, aunque esto no impidió que se casaran y tengan dos hijos, Michael y Alex.

El encuentro de un nuevo amor que desataría el crimen

La rutina diaria de la joven cambió por completo cuando comenzó una relación paralela con Tom Findlay. El hombre era el dueño de la empresa donde ella trabajaba. Cuando la situación se volvió insostenible, Susan se divorció de su marido y se entregó por completo a este nuevo vínculo.

Pese a que todo parecía salido de un cuento de hadas, el hombre decidió no verla nunca más por un particular motivo: no quería convertirse en papá. Así, escribió una carta a puño y letra y le explicó que le parecía imposible proyectar un futuro juntos por Michael y Axel.

El secuestro de sus hijos y el principio del fin

En medio de la locura y la desesperación por perder al amor de su vida, Susan tomó una macabra decisión que le arruinaría la vida para siempre. El 25 de octubre de 1994, subió a sus hijos al auto y se dirigió hasta el lago John D. Long, en Carolina del Sur.

Con movimientos sigilosos para evitar ser descubierta, los ató al asiento de atrás del vehículo y lo empujó hasta que quedaron completamente abajo del agua. Los nenes no pudieron hacer nada para sobrevivir y finalmente murieron ahogados.

Inmediatamente después del crimen, la mujer fingió el secuestro de los chicos y realizó una desesperada llamada a la policía. Su mente siniestra tejió el plan a la perfección: dijo que un hombre los había asaltado, se robó a sus hijos y se dio a la fuga.

En este contexto, se desplegó un operativo de búsqueda para dar con el paradero de Michael y Axel. "No tuve nada que ver con el secuestro de mis hijos. Quienquiera que haya hecho esto es una persona enferma y emocionalmente inestable", exclamó Smith en diálogo con el medio CBS This Morning.

La estremecedora confesión de Susan Smith

Nueve días después de no hallar rastros de los pequeños, Susan Smith no soportó más la presión, confesó haber asesinado a sus hijos y les señaló el lugar donde estaban los cadáveres. La joven de 23 años fue detenida de inmediato a la espera del juicio.

"Cuando sacaron el auto y en esos dos asientos estaban los dos preciosos niños que habían estado en el agua durante nueve días... vi a hombres y mujeres de las fuerzas del orden llorando", alcanzó a decir el fiscal Tommy Pope, quien fue uno de los que lideró la investigación.

Pese a los intentos de sus abogados por querer justificar que ella había sido víctima de abusos sexuales por parte de su padrastro, la condenaron a cadena perpetua y el mundo entero la llamó "la peor madre de la historia".

"Esa noche algo salió muy mal. No fui yo misma. Era una buena madre y amaba a mis hijos. No hubo motivo alguno, ni siquiera fue un hecho planificado. No estaba en mi sano juicio y no soy el monstruo que la sociedad cree que soy", sostuvo Susan.

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