Que se haga justicia

Tenía 19 años, arregló una cita por redes y cayó en una trampa letal: la drogaron y violaron hasta matarla

Nadie está condenado y su familia pide a gritos justicia.

QPJ JUJUY

El 2 de junio de 2017 Luna Ortiz  tenía 19 años y fue la última vez que la vieron con vida. Ese día fue secuestrada por un hombre al que había conocido a través de las redes sociales, que la sometió a un raid de drogas y violaciones en el que ella fue usada como moneda de intercambio hasta que su cuerpo no soportó más.

Veinticuatro horas después de su desaparición, la adolescente fue encontrada asesinada en la casa de Isaías Villarreal y dos años más tarde la Justicia condenó a este hombre a la pena de 14 años de prisión por el delito de "abandono de persona seguido de muerte con suministro de estupefacientes a título gratuito". Ahora, un cambio de carátula lo dejó en libertad.

"Nosotros nos enteramos hace pocos días de que Villarreal está libre por posteos en las redes y por los vecinos que lo vieron caminando por el barrio", contó a TN.com.ar Marisa Rodríguez, la mamá de la víctima.

Además de recurrir a la Cámara de Apelaciones de San Isidro por esta medida, advirtió sobre el riesgo que implica: "Presentamos pruebas de que seguía captando chicas desde la penitenciaría, como hizo con mi hija".

El último cumpleaños y la cita que fue una trampa

"La última vez que la vi a Luna era mi cumpleaños", contó su mamá. Aquel 2 de junio hace cinco años su hija le preparó una torta, pero en un momento le dijo que iba a salir un rato de su casa. "Le dije que se quedara, que fuera otro día", recordó Marisa sobre ese momento. Y también evocó la respuesta de ella: "Me abrazó fuerte y me dijo qué vieja mimosa sos".

Luna se fue prometiendo volver a tiempo para hacer las pizzas caseras y le pidió también a su tía y a su abuela que no se fueran, que la esperaran porque volvía rápido. Pero no volvió.

Cuando se encontró con Villarreal, como habían pactado, este la llevó a su casa y allí los estaban esperando dos hombres más. Fue entonces cuando empezó su calvario. La investigación demostró que después drogaron y alcoholizaron a la joven hasta que perdió por completo su voluntad.

"Villarreal le hablaba y la invitaba todo el tiempo para verse. Sabemos que la captaron por ahí, y luego la llevaron por todos lados intercambiándola como mercancía, estando inconsciente", contó en una entrevista Facundo, el papá de Luna. "También la llevó a la casa de otro amigo, Pablo Paz Gutiérrez, que declaró que le pusieron droga en todo el cuerpo, y que se fue tambaleándose", añadió.

A Luna la golpearon y la violaron hasta matarla. A su familia después quisieron entregarle el cajón cerrado para que no pudieran ver el estado de su cuerpo. "Estaba llena de moretones y tenía las rodillas reventadas", declararon en ese momento sus familiares, reservando el resto de los detalles en un silencio doloroso y ensordecedor.

Después del horror, la burla

La miseria humana no entiende de duelos. Así fue como, incluso antes de que ingresara en la causa, la foto del cuerpo de Luna llegó al celular de sus padres. Pero el responsable de aquello no fue un empleado infiel de la funeraria, como lo fue, por ejemplo, en el caso de Diego Maradona. La imagen la difundió la policía.

"Mirá cómo murió esta p...", fue el título que le puso a la imagen que compartió en sus grupos de WhatsApp el comisario Ceferino Hernández. Lo que no previó fue que entre sus contactos se encontraba la prima de Marisa Rodríguez, que además era miembro de la fuerza.

La mujer renunció a la policía después de ese episodio y el comisario Hernández, lejos de ser "castigado" por su accionar, fue trasladado a una comisaría de otro distrito.

Para la Justicia no fue un femicidio

En abril de 2019 el fiscal titular de la fiscalía de género de Tigre, Marcelo Fuenzalida, caratuló la causa como "abandono de persona seguido de muerte con suministro de estupefacientes a título gratuito". Denegó el pedido de la familia para que se juzgara el caso como femicidio.

En ese momento se condenó a Villarreal a 14 años de prisión y se imputó a su amigo cómplice, Pablo Paz Gutiérrez, por abuso sexual seguido de muerte.

El 8 de marzo del año pasado, el Día Internacional de la Mujer, los jueces de la Sala de Casación Penal de La Plata, Daniel Alfredo Carral, Ricardo Ramón Maidana y Ricardo Borinsky, hicieron lugar al pedido de la defensa y dictaron un fallo todavía más indignante: para ellos el asesinato de Luna había sido un "homicidio imprudente". Es decir, no creyeron que existió la intención de matarla.

La mirada del asesino

"Hace cinco años que buscamos la verdad y la justicia", señaló con impotencia Marisa a este medio, pero resaltó: "Cuesta mucho seguir, es muy agotador todo lo que venimos atravesando. Nuestro único consuelo es conseguir esa justicia que le vienen negando a Luna".

En relación con el nuevo fallo del TOC 7 de San Isidro, la mamá de Luna consideró: "No tuvieron en cuenta que todavía la Corte Suprema de Nación no contestó el recurso de queja que presentó nuestra abogada donde pide con fundamentos que se revierta la causa a femicidio".

Por otra parte, también llamó la atención sobre el riesgo de fuga de Villarreal y advirtió: "Hacemos responsables por la integridad de la familia al poder judicial, por la peligrosidad que representa y por los lazos que este hombre tiene con el narcotráfico".

La bronca de la familia de Luna, tras la liberación de Villarreal

Durante el juicio, recordó, volvió a sentir cuando vio a Villarreal el mismo dolor que la invadió dos años antes, cuando encontraron el cuerpo de Luna en su casa y a él se lo llevaron esposado.

"Sentí un dolor en mis entrañas y me abalancé sobre Villarreal preguntándole a los gritos por qué me la arrancó, por qué la vendió y la entregó para que abusaran de ella hasta matarla", relató a TN. Y subrayó: "Él solo me miró, como si no sintiera nada".

La ausencia perpetua de Luna, presente

"Luna era muy perfeccionista con lo que hacía. Había aprendido a coser a máquina, le encantaba hacer artesanías", describió Marisa. En ese sentido, contó que su hija pintaba y reciclaba todo: "botellas, cajas, hacía macetas con potes de helado. Le encantaba".

Su mamá recordó también que tenía las mismas amigas desde el jardín de infantes y que solía referirse a sus mascotas como si fueran sus hijos. "Los amaba. Tenía un perro cocker que le regaló su madrina cuando era chiquita, un gato que también creció con ella y hasta un conejo blanco al que amaba con locura", dijo.

Quería seguir estudiando, soñaba con irse a vivir con una de sus amigas a Bahía San Blas, una localidad pesquera en Carmen de Patagones. Estaba llena de planes y de futuro, que hoy apenas entran en una caja que guarda su familia de ella.

"Yo conservo la ropa de Luna, las que más usaba. Guardé el vestido de sus 15 y artesanías que hizo, los regalitos que me dio", enumeró Marisa. Entonces cerró la nota con una reflexión: "A mi hija no me la van a devolver, pero podemos evitar que este femicida vuelva a captar, vender y violar hasta matar a otra piba".

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