A lo Marley: quieren que en Argentina se autorice el consumo de insectos
Si hay hambre que no se note.
La idea de que los insectos podrían ser una fuente de alimento del futuro surge debido a los problemas alimentarios generados por el crecimiento demográfico y la urbanización a nivel global. La Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO) argumenta que la inclusión de insectos en la dieta humana podría ayudar a resolver esta problemática debido a su alto valor proteico, contenido de vitaminas y otros nutrientes propios de los alimentos de origen animal.
Los insectos tienen ventajas desde una perspectiva medioambiental, ya que requieren poca agua y producen escasas emisiones de gases de efecto invernadero. Además, la cría de insectos consume muchos menos recursos en comparación con la producción de carne de animales tradicionales, y se utiliza prácticamente todo el insecto, minimizando el desperdicio.
En Argentina, existen emprendimientos en esta industria, con más de 40 instalaciones de cría piloto de diferentes especies de insectos. A pesar de la falta de regulación, se están realizando investigaciones y pruebas de productos basados en insectos, con un enfoque en la obtención de proteínas y otros nutrientes a partir de insectos como los grillos.
La Cámara Argentina de Productores de Insectos para Consumo Humano y Animal (CAPICHA) también está impulsando la regulación en el país, buscando permitir la comercialización de productos basados en insectos tanto para consumo humano como animal.
La tendencia de consumo de insectos es más avanzada en otros países, como en Europa, donde se autorizó el consumo de insectos para humanos en 2018. El mercado internacional de insectos comestibles está en crecimiento, y se espera que alcance cifras significativas en los próximos años.
A pesar de las ventajas nutricionales y medioambientales de los insectos, la aceptación del consumo de insectos en la dieta cotidiana aún es un desafío en muchos lugares, incluyendo Argentina, donde una encuesta reveló que el 20% estaría dispuesto a consumir insectos enteros, el 42% los rechaza y el 38% tiene dudas.
Si bien los insectos no buscan reemplazar alimentos tradicionales como el asado, representan una oportunidad para complementar la alimentación a nivel mundial y contribuir a la sostenibilidad alimentaria en un futuro donde la demanda de proteínas alternativas seguirá aumentando.
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