Notó algo "raro" en su miembro reproductor y ya le amputaron una parte
En una primera instancia le dijeron que era una verruga y no debía preocuparse, la situación se agravó y la vida le cambió
Gavin Brooks, un suboficial del ejército del Reino Unido, perdió la mitad de su pene y cree que los galenos diagnosticaron erróneamente una dolencia misteriosa en sus genitales cuando en realidad era otra cosa.
Brooks afirma que los médicos, que creían que tenía una verruga genital, lo dejaron maltrecho después de que se lo mutilaron durante una cirugía. "Levantaron mi pene y lo cortaron por la mitad y tomaron un injerto de piel de mi pierna para hacer una cabeza de pene, pero es plano y tiene un agujero", dijo.
Notó una mancha en el pene, dijeron que era una verruga pero ya le amputaron la mitad y le queda un año de vida. "Sentí un anillo de piel apretado", dijo el protagonista de un caso oncológico que estremece.
Las verrugas genitales son una enfermedad de transmisión sexual causada por el Virus del Papiloma Humano (VPH). De hecho, son el signo más fácil de reconocer de la infección por VPH en el área genital. Generan vergüenza en quienes las padecen, además de un gran impacto emocional y social.
En Estados Unidos, por ejemplo, estiman que las verrugas genitales están presentes en 1 de cada 100 personas sexualmente activas. Allí, unas 360.000 personas las contraen cada año.
Pero quien no acertó con su propio diagnóstico, y mucho menos algunos médicos, fue Gavin Brooks, un suboficial del ejército del Reino Unido que perdió la mitad de su pene y cree que los galenos diagnosticaron erróneamente una dolencia misteriosa en sus genitales cuando en realidad era otra cosa.
Brooks afirma que los médicos, que creían que tenía una verruga genital, lo dejaron maltrecho después de que se lo mutilaron durante una cirugía.
Gavin Brooks fue diagnosticado con un raro cáncer en el pene.
El hombre de 45 años dijo que visitó a los médicos del ejército tres veces en 2021 cuando desarrolló un "anillo de piel apretado" y una lesión en el pene.
"La mejor forma en que puedo describirlo es como un anillo de tejido o piel dura dentro del prepucio", explicó Brooks a Southwest News Service. "Cuando retraía el prepucio, tenía que pasarlo sobre la cabeza del pene".
El residente de Cheshire, al norte de Inglaterra, dijo que inmediatamente supo que lo que sentía no era normal y que debía hacerlo revisar. "La piel que conecta el prepucio con el pene se rompía y sangraba y me causaba dolor cuando iba a orinar", agregó.
Gavin Brooks debe someterse a rayos y quimio para combatir su cáncer en el pene.
Después de tres semanas de padecimiento, Brooks acudió a los médicos del ejército, quienes le sugirieron que podría tratarse del liquen escleroso, una enfermedad que causa una piel irregular, descolorida y delgada.
"Los médicos del ejército pensaron que era una verruga, pero no sabía cómo me había salido, ya que había estado casado durante 20 años y solo tuve una pareja sexual en ese tiempo, así que no pensé que tuvieran razón", dijo Brooks.
Cuatro semanas después, el también veterinario regresó al centro médico donde, según los informes, el mismo médico insistió en que solo era una verruga. Otro médico en el hospital del ejército pensó que era "candidiasis bucal", comúnmente llamada infección por levaduras, según Brooks, y le dio una crema para el tratamiento.
Acomplejado y lleno de dudas, Brooks finalmente fue a una clínica de salud sexual donde un dermatólogo le hizo una biopsia de su pene. Días después recibió un diagnostico devastador: cáncer de pene. Para colmo, al soldado le han informado la brutal noticia de que solo le queda un año de vida.
"Cuando me desperté en el hospital, estaba tan asustado por la cantidad de mi pene que parecía haber sido removido, ya que tenía un vendaje y un catéter puesto que no podía ver la extensión completa hasta que me lo quitaron todo. Al verlo lo apodé el 'Frankenweiner'", afirmó, en un juego de palabras que remite al monstruo de ficción creado por Mary Shelley y a las tradicionales salchichas centroeuropeas, detalló Clarín.
Ahora la vida de Brooks ha cambiado radicalmente: "No puedo caminar largas distancias y uso una silla de ruedas más de lo que camino... Pasé 24 años en el ejército y una gran parte de ese tiempo como instructor de entrenamiento físico y uso el ejercicio para deshacerme del estrés, ahora tengo que sentarme en una silla de ruedas para ver a mi pequeño hijo jugar al fútbol".
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