El joven atacado a la salida de un boliche reaccionó: "Movió el dedo, una mano y el hombro"
Pese a que los médicos determinaron que tiene muerte cerebral, el papá del adolescente mantiene las esperanzas.
"¿Me creés si te cuento que primero movió un dedo, después una mano y luego el hombro entero? ¿Y si te digo que le masajeo el pie y lo tuerce como si sintiera cosquillas?". El que habla es Diego Alvaredo, papá de Lautaro (19), el joven atacado a golpes la semana pasada a la salida de un boliche en Laferrere.
Desde hace 10 días, el hombre no se despega de su hijo, que permanece conectado a un respirador en la clínica Mariano Moreno. Él y Tamara -su mujer- se aferran a una fe sin medida, como el amor que sienten por Lautaro.
"Me apretó la mano, las enfermeras no lo podían creer y lloraban conmigo"
"Él tiene una fuerza increíble. Todo el tiempo nos da señales de que no se quiere ir, y que el milagro es posible", insiste Diego al otro lado del teléfono. Y sigue: "Lo que nos dijeron los médicos es que se debería ir deteriorando el cuerpo, pero está pasando lo contrario: hace un rato me apretó la mano. Las enfermeras no lo podían creer. Lloraban conmigo".
El domingo 5 por la noche, Lautaro salió a bailar con amigos a "Cyrux", situado en la Avenida Luro al 5700. El joven no era fanático de la vida nocturna: prefería juntarse en alguna casa, escuchar música y tocar la guitarra.
Hacia el final de la madrugada, uno de los amigos de la víctima acusó a otro joven de romperle los anteojos, lo cual derivó en una discusión que segundos después sumó otros actores y motivó a la seguridad del local a echar a ambos grupos. Fue el inicio de la pesadilla, y la primera de las coincidencias con el caso Fernando Báez Sosa: una pelea trivial que deriva en un horror incomprensible.
"Lautaro estuvo muerto cinco minutos, lo desconectaron y su corazón volvió a latir"
Ya en la calle, Lautaro recibió un golpe en la nuca que lo tumbó en el suelo. Segundos después le asestaron una patada en la cabeza que lo dejó inconsciente. Horas después, el diagnóstico de los médicos fue demoledor. "Tiene muerte cerebral", fueron las palabras que escucharon sus padres.
"Eso no cambió. Nos siguen diciendo lo mismo. Lo que yo te puedo decir es que, cuando llegó a la clínica, Lautaro estuvo muerto cinco minutos. Lo desconectaron y su corazón empezó a latir nuevamente. Si después de eso no puedo tener fe, ¿en qué otra cosa voy a creer?", se pregunta Diego, que trabaja como colectivero y, hasta la noche del ataque, en sus ratos libres también se ganaba la vida como cantante.
La causa tiene dos detenidos: Ian Noguera y Román Stella, dos jóvenes de la misma edad que la víctima que fueron identificados a partir de las cámaras de seguridad de la cuadra. Pese a que la investigación sigue su curso, Diego decidió poner todas sus energías en estar junto a su hijo: "De lo demás se encarga (Fernando) Burlando. Yo vivo día y noche para acompañar a Lautaro".
A toda hora, por la clínica pasan amigos y familiares del joven, "pero también viene gente que no conocemos y nos brinda su apoyo y su fe, gente que te aprieta la mano y te dice: ?Lauty va a salir'", cuenta Diego, y continúa: "Muchos se quieren quedar y no se puede. Lo que hacemos, entonces, es organizar cadenas de oración. Me escribió gente de Colombia, España, Israel, Chile y hasta de los Estados Unidos. ¿Cómo no vamos a tener fe?".
"Si Dios dice hasta acá llegó, lo decidirá él. Esperemos que la fe ayude a los médicos y que los médicos ayuden a Lautaro", implora, y concluye: "Había 0% de posibilidades, nos dijeron. A lo mejor ahora hay un 0,1%. Acá nadie piensa que mi hijo se va a morir".
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