Este es el mayordomo que traicionó al Papa, robó documentos secretos y desató un escándalo en el Vaticano
Se llegó a poner en duda la renuncia en su momento del Papa Benedicto dada esta situación escandalosa
No se sabe si el Papa Benedicto XVI renunció por la deslealtad de Paolo Gabriele, su mayordomo. El asistente robó, en 2012, documentos que mostraban el lado oscuro del Vaticano y los filtró a la prensa. Fue condenado a 18 meses de prisión hace exactamente nueve años. La trama de un escándalo olvidado
Paolo Gabriele dijo que era un "infiltrado del Espíritu Santo" en la Santa Sede y que todo lo que había hecho fue en beneficio de Su Santidad.
Si lo que se cocinaba entonces en el Vaticano hubiese sido bíblico, Paolo Gabriele habría sido Judas, sin árbol y sin soga al final del camino, pero con la traición como sello eterno de su destino. Él dijo que lo hizo por salvar al Papa Benedicto XVI, de la misma forma que según la fascinante teoría de Amos Oz Judas fue bueno, honesto y el primer y único cristiano de la historia.
Pero el mundo de Gabriele era más nimio, fugaz y pedestre: era el mayordomo de Joseph Aloisius Ratzinger, que el 10 de abril de 2005 sucedió a Juan Pablo II en el trono de San Pedro del que abdicó, un hecho excepcional, el 28 de febrero de 2013, en plena fiesta pagana del carnaval.
Su papado, hermético y arcano, estuvo salpicado por un escándalo mayúsculo del que no quedan ya casi rastros, porque la prudencia es una de las virtudes teologales que Dios infunde a la inteligencia y voluntad del hombre.
La justicia es otra. En 2012, séptimo año de Benedicto XVI, una serie de documentos que debieron ser secretos desnudaron la intimidad, o parte de la intimidad, de la siempre celosa Curia romana, de sus intrigas, de sus pequeños y privados círculos de poder, de sus ambiciones, sus guerras internas, sus envidias y sus miserias.
La maravillosa obra de la Iglesia se da por descontada. Pero los documentos filtrados a la prensa mostraban el lado oscuro del Vaticano, que no quedaba por ello más lejos de Dios, pero sí un poco más cerca de Rodrigo Borgia, papa Alejandro VI, sobre el que Maquiavelo escribió en los albores del siglo XIV una frase de plena vigencia: "Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen", detalló Infobae.
Los papeles del escándalo fueron filtrados por Gabriele, que debió ser custodio de la intimidad de Benedicto y en cambio la violó desde el dormitorio papal y desde la confianza más absoluta que le habían otorgado. Fue preso, fue a juicio, lo condenaron a tres años de prisión el 6 de octubre de 2012, hace nueve años, le rebajaron la pena a dieciocho meses, el Papa lo visitó en su celda para otorgarle el perdón, le cedieron un puesto de trabajo en el hospital "Bambino Gesú" de Roma, que depende del Vaticano, a cambio de su silencio para siempre, condición que Gabriele cumplió con una fidelidad tardía: fue una tumba hasta que se vio condenado a entrar en una, el 24 de noviembre de 2020. Tenía 54 años.
Cuando el cardenal Ratzinger se convirtió en Papa, Gabriele lustraba los mármoles infinitos y pulía los bronces perpetuos de la Basílica de San Pedro. Cómo llegó en menos de un año a ser mayordomo del Papa, es todavía un misterio. El secretario privado de Su Santidad, Georg Gänswein, le confió al escritor Peter Seewald, autor de Benedicto XVI. Una vida, que Gabriele tenía "un pequeño defecto: estaba obsesionado con los servicios secretos y cosas así". Eminencia, haberlo pensado antes.
El mayordomo del Papa, al menos hasta Ratzinger, es la persona encargada de servirle la comida, en los tiempos de los Borgia en los que danzaba el veneno, era el encargado incluso de probarla; es quien lo ayuda a acostarse, quien lo despierta en las mañanas y lo ayuda a levantarse de la cama y a vestirse; es quien hace las maletas y lo acompaña en todos los viajes que Su Santidad encara, como peregrino de la fe que es. El mayordomo es la sombra del Papa, pero una sombra luminosa y no umbría.
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